jueves, 2 de enero de 2020

1.8.1 Los fraudes en las organizaciones

FECHA: 02/01/2020
NOMBRE: GEANELLA JOSELYN ROJAS CUENCA
Tema: Fraudes en las organizaciones


1.8.1 Los fraudes en las organizaciones

El fraude en las organizaciones


El fraude erosiona la economía de las empresas, sus mecanismos se van sofisticando y, consecuentemente, el perjuicio aumenta, las compañías pueden perder más del 5% de su facturación como consecuencia de los ilícitos y que deben implementar mecanismos de prevención y, sobre todo, de sanción a los empleados infieles.

Un fraude es la acción de engañar a alguien para obtener un beneficio injusto o ilegal. Los principales tipos de fraudes empresariales son la corrupción (sobornos, regalos ilegales, extorsión...), el robo de activos (caja, mercaderías con precios excesivos, gastos hinchados, empleados que cobran pero no trabajan...) y el maquillaje contable. De acuerdo con la Association of Certified Fraud Examiners (ACFE), del total de las pérdidas provocadas por los fraudes, el maquillaje contable representa el 68%, mientras que el robo de activos representa el 21% y la corrupción, el 11%. Desgraciadamente, el tema del fraude es relevante para muchas organizaciones. Y lo es tanto por su frecuencia como por su negativo impacto. La ACFE constata que los fraudes costaron en 2016 a las empresas un importe equivalente al 5% de las ventas. Se trata de una pérdida muy relevante si la comparamos, por ejemplo, con el beneficio medio de las compañías, que en los años buenos se sitúa alrededor del 3% de las ventas. Para tener una aproximación de la frecuencia de los fraudes en las empresas, podemos recordar que, según el Informe sobre los delitos económicos y fraude empresarial en España, de KPMG (2010), el 34,5% de los directivos encuestados indicó que sus empresas habían sido objeto de algún tipo de fraude en los últimos doce meses.



¿Cómo es el perfil de las personas que cometen fraudes en las empresas?



Diferenciando sus rasgos básicos, así como sus motivaciones, es posible detectar una situación de riesgo en la compañía y prevenir este tipo de actuaciones.

Las empresas son en general muy pudorosas para reconocer que fueron damnificadas por fraudes, tienen la sensación de que se muestran vulnerables al dejar vislumbrar que no funcionaron sus controles internos o que la elección del personal no fue adecuada.
Resultado de imagen de fraude en las organizaciones

¿Cómo prevenir el fraude?

La experiencia asegura que el delito se repite si no hay una inmediata capacidad de reacción. La denuncia resulta indispensable como demostración ejemplificadora. Sin medidas judiciales los delitos vuelven a cometerse al poco tiempo, el proceso es la efectiva y concreta evidencia de la voluntad empresarial.

El recupero del daño patrimonial a las empresas no siempre es significativo y sigue siendo la prevención el mejor remedio. En ese sentido el notorio control sobre bienes e información critica, no solo permiten detectar los posibles ilícitos, sino que desalientan su comisión.

EJEMPLO

Enron: el mayor escándalo financiero de la historia, tan grande como olvidado

Enron: el mayor escándalo financiero de la historia, tan grande como olvidado

La Gran Recesión, la crisis de las hipotecas basura que se llevó por delante Lehman Brothers y estuvo a punto de liquidar el sistema económico, ha hecho olvidar, o al menos poner en un segundo plano, episodios anteriores.
Remontarse al 2 de diciembre de 2001, es remontarse a uno de los mayores escándalos de la historia económica. Ese día, la empresa energética Enron se declaraba en quiebra. Primer distribuidor energético a nivel global, facturaba 100.000 millones de dólares anuales.
Nace la mentira
¿Cómo algo tan enorme pudo llegar a esa situación? Fácil: era todo un engaño.
La empresa, fundada en 1985 por Kenneth Lay, vivió un antes y un después con la llegada de Jeffrey Skilling. Uno de los mejores graduados en Harvard en su promoción de MBA, aterrizó en Enron en 1997. Con él, la compañía descubrió en toda su expresión lo que es la ingeniería contable. Pasivos que se convirtieron en activos, préstamos que se computaban como ingresos, deuda maquillada, beneficios inflados... A ojos de la contabilidad, todo rozaba la perfección.
La mejor empresa de América
De hecho, era un ejemplo para los demás. La más innovadora, la mejor manejada. Así lo fue hasta que poco a poco la realidad fue saliendo a la luz. La junta directiva vivía engañada, con una acción en bolsa que cotizaba sobre los 90 dólares en el 2000.

Entre lo mejor y lo peor

Enron era considerada una de las mejores empresas de Estados Unidos

Una revisión de las cuentas por parte de las autoridades contables afloró deudas escondidas y elementos ocultos fuera de balance que daban la impresión de que la empresa estaba saneada. Poco a poco el mundo Enron fue cayendo. De los 90 dólares por acción del 2000, un año después se pasó a apenas un dólar, un 99% menos. Más de 10.000 millones en valor contable que se esfumaron. Miles de ahorradores que perdían su inversión.
Acorralada, se vio obligada a presentar el concurso. En su día fue la mayor bancarrota de la historia. Acumulaba unos activos de 64.000 millones y unas deudas de 30.000 millones. Un hito de la época, después superada por WorldCom (en 2003) y Lehman Brothers y Washington Mutual (ambas en 2008 tras el último crash). 20.000 empleados perdieron su trabajo, la consecuencia lógica del desastre.
Menos esperada fue la caída de su auditora. Enron se llevó por delante a Arthur Andersen, una de las cinco auditoras más importantes del mundo en ese momento. Fue partícipe del engaño. En teoría, bajo la presión de los máximos directivos, que pedían que hiciera la vista gorda para mantener el enjuague contable vivo. Desprestigiada y condenada, acabó despiezada y su negocio en manos de las demás grandes. Casi cien años de historia trayectoria dilapidados por Enron.
¿Quién pagó?
Jeffrey Skilling, la mente detrás de la contabilidad, le salió mal su última jugada maestra. Antes de la quiebra se las vio venir, renunció a su cargo alegando motivos familiares y vendió las acciones que tenía en la empresa. Cuatro meses después llegaba la bancarrota. Supuestamente, él no sabía nada de la situación crítica de la empresa. No coló.
En 2004 se le imputaron una treintena de cargos, entre ellos operar con información confidencial, al vender unos 60 millones de dólares en acciones de Enron antes de la quiebra, engañar al auditor o conspiración.

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